En un buen diseño la tipografía es algo vital. Hay que saber elegir el tipo de letra adecuado, siguiendo unas normas:

  • Que el texto sea fácilmente legible.
  • Que sea comprensible lo que transmite.
  • Que sea acorde al resto del diseño.

La familia tipográfica, o tipo de letra, es el conjunto de caracteres agrupados al contar con características comunes en estructura y estilo, diferente a otras. Como por ejemplo, Lato.

Dentro de esta familia podemos encontrar diferencias en los caracteres, siendo las más habituales el grosor, la inclinación, y el ancho. Estaríamos hablando entonces de Fuente.

Cuando los caracteres de una tipografía están rematados con un pequeño adorno en sus extremos, llamados serifas, estamos hablando de tipografía Serif. Muy habitual en diseños formales e institucionales.

Si carecen de ese adorno o terminación, y finalizan de forma sencilla en “palo seco”, se denominan Sans Serif. Al ser más sencilla su lectura en textos pequeños es ideal para diseños comerciales.

La tipografía Slab Serif se caracteriza por estar rematada con un bloque grueso en sus extremos, manteniendo el grosor. Es muy frecuente en los titulares, así como en los diseños publicitarios.

Otras tipografías muy habituales son aquellas que tratan de imitar la escritura manuscrita. Es la Script o caligráfica. Se percibe como humana, clásica y elegante. Pero puede resultar poco legible.

Y finalmente, la monoespaciada, es la que todos sus caracteres tienen el mismo ancho y ocupan el mismo espacio, dando sensación de orden y limpieza. Aunque esto puede ser una desventaja en textos largos, al resultar poco claros.

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